Notas póstumas de un difunto autor

Por. César Idárraga Guerrero

Qué decir de Bras Cubas o de Machado de Asís, es lo que concierne al autor de estas líneas, o sea yo mismo, que aunque esté vivo quiero adoptar la postura de difunto para nivelarme con el autor y contar cómo es que un muerto puede escribir sus propias memorias y de cómo un autor en pleno mil ochocientos se atreve a cruzar límites para que su novela no sea considerada como tal para algunos tradicionalistas.

Así pues querido lector, quiero que me acompañe a dejarlo intrigado y que de pura curiosidad se lea esta obra del brasilero. Perdón por la confianza de empezar a dirigirme a usted señora o señor lector, pero el señor Brass Cubas lo hará a lo largo de todo su libro, así que es bueno que se vaya acostumbrando. Le parecerá un poco diferente que el escritor cuente con la opinión del lector, pero imagínese esa misma forma de escribir en el siglo antepasado, donde apenas estaba inscrita una sola forma de hacer novelas: raro ¿no?

Si usted es de los que cree que después de la muerte termina todo, permítame citarle el inicio de este libro con ínfulas animistas:

Durante un tiempo dudé si debía abrir estas memorias por el principio o por el fin, esto es, si pondría como inicio mi nacimiento o mi muerte (…) no soy propiamente un autor difunto, sino un difunto autor, para quien la fosa fue una nueva cuna (…)

Tengo para decirle que éste, no solo difunto sino, desfachatado autor tiene el descaro de comenzar así su historia advirtiendo además, como lo más normal del mundo, que la va comenzar narrando desde su muerte dizque para que sea un poco más original, o en términos propios, para que sea un poco más galano.

Como todos los seres humanos, o casi todos, él narra sus historias de amor, sus sueños, su familia, incluso cuenta un delirio advirtiendo que es un aporte a la ciencia, pues nadie lo ha hecho, pero sin antes dejar en claro que ese capítulo se puede saltar y continuar en el siguiente. Pero dígame una cosa apreciado lector, ¿usted se saltaría un capítulo de este loco difunto?, yo, no.

Ahora aparece un capítulo que ese loco sensato le dio por titularlo Transición, y es que Machado sabía que lo que estaba intentando hacer era muy arriesgado para su época, como dato curioso en nuestra amada ‘locombia’, perdón Colombia, apenas se vino a saber de su literatura a finales del siglo pasado, en fin, lo que el escritor hizo en Transición fue no solo lavarse las manos sino también burlarse de la critica y explicó o comentó que ese capitulo era para cuadrar caja, es decir, darle la forma y estructura que supuestamente tenía que tener la novela. No se lo deje de leer, se lo recomiendo.

Capítulos con nombres raros y dirigiéndose a usted don lector, abundan en esta novela, todo con el ánimo de estarle pidiendo su opinión a cada momento, sepa usted que el señor Machado era nieto de esclavos, me imagino que contar con la opinión de los demás debió ser uno de los pilares de su crianza.

Su corazón enamorado de las mujeres que conoció a lo largo de su vida, su alter ego alimentado por las historias biográficas de infancia que lo convertían en el centro de atención en su casa y la decepción por no convertirse en lo que siempre había soñado, nutren esta historia llena de otras historias que podría parecerse no poco a las que usted lector en algún momento ha vivido.

La frustración es evidenciada en muchos apartes de las memorias, pero sin duda el hecho de titular su más pretenciosa ambición con una línea recta y otra punteada, develan el sentimiento de querer arribar a un lugar que cuando se halla, no es como se esperaba.

El caso es que machado no trata de contar más allá de una vida normal, de esas que suceden en cualquier parte del mundo y se reproducen como fractales en todos los rincones del universo. Historias que le suceden a usted mismo o que ha oído suceder; de esas personas que se pasaron la vida buscando ideales o manteniendo ideas fijas como lo menciona Bras Cubas en sus memorias. Lo cierto es que se vive, se sube, se baja, estas aquí luego allá y al final te encuentras solo, muerto en la agonía de que se pasó la vida y no se logró nada.
Bras Cubas termina sus memorias, arrepentido o no, hablando de todo aquello que no pudo conseguir, sin querer decir que no vivió tratando de conseguirlas. Y yo término este intento de reseña sugiriéndole que lea las Memorias Póstumas de Bras Cubas, no porque yo lo recomiende, al final quién soy yo para sugerirle algo, ni siquiera nos conocemos, sino porque seria fascinante conocer el punto de vista de un individuo que se encuentra en el