lunes, 22 de junio de 2009

La historia de los ojos verdes colados en un sueño mal narrado

Por: Ari Arwen Undomiel


En la mesa de noche esta el libro, The Tales of Beedle the Bard. Un splash de durazno. Un reloj del Dr Seuss, que tiene a El Gato en el Sombrero y a Thing 1 y Thing 2. Brillante, rojo, con las dos campanas como orejas y que suena como la clásica alarma que despertaba al abuelo. Yo, me meto en la cama y cojo mi libro de cuentos. Miro la mesa de noche y me doy cuenta que la hora de la magia ha comenzado. ¿Cómo lo se? porque antes de apagar el computador, el reloj decía: 3:30 am, ahora miro mi reloj y dice la Hora Estelar: las 8pm.

La Hora Estelar: la hora de los cuentos, la hora de canciones con la dulce voz de mamá, la hora en la que el Ratón Perez comienza su camino y ruega por no toparse con el hada de los dientes, quien ya se monopolizó el negocio al norte de uno de los continentes. Es la hora en la que el duende del sueño trabaja como un exclavo, aunque ya sabemos que el duende trabaja día y noche, o mas bien, trabaja hacia la derecha mientras la tierra gira. Un día de estos se va a marchar a tomar el sol a las islas canarias y todos los niños se desvelaran, ese día los papás van a resolver pagarle honorarios al duende y ya veremos si los niños vuelven a dejarse ganar por el sueño. Es la hora en la que todas las luces de pasillo se prenden y las puertas de los cuartos de los niños quedan medio abiertas, con la tenue entrada de una luz lineal que nos protege de los monstruos de la media noche.

Así que es mi hora mágica. El libro cobra vida y Peter Pan, se ríe con mis incoherencias al hablar con todos los niños perdidos que aparecen en el cuarto para oírme leer el cuento. Les gusta que grite cuando se acerca el momento del susto, todos brincan y luego me dicen: huy!, no la vas a pagar. A veces mandamos el libro a volar y armamos un cuento nosotros mismo, el juego de “siga la corriente”.

Y a medida que el cuento corre, como corre Don Silfido, el fuego fatuo que no puede dejar de correr, llegan los osos, los venados, las ardillas y los mapaches, que siempre llegan fatigados porque vienen de algún robo, llegan cargados de tomates, manzanas y hasta albóndigas de BBQ, las que nosotros sin reproche, aunque ya sabemos que son robados, no comemos entre todos. Ahora somos un grupo grande y siento la angustia de que me descubran en le cuarto con tanto amigo.

Y bueno, debo aclarar algo y es que entre los niños perdidos no hay niñas, lo que es bueno, porque jugamos fútbol, somos piratas, nos matamos con espadas, caucheras y hasta construimos catapultas, nos damos patadas, hacemos guerra de comida, tenemos super poderes que no tienen chispas rosadas y por supuesto no tenemos el grito que termina el cuento:
-Ay!!! cuidado no ven que soy una niña.

Es entonces cuando, Peter Pan se pone muy celoso, pues me entra el sueño y se divisa la imagen de un príncipe.

-la perdemos muchachos!, la perdemos!. Agárrenla!.

Entre murmullos, le digo:
-Peter ya he jugado mucho hoy, creo que... me voy.... me voy a ...

Nada que hacer. He caído dormida. Y acá si soy princesa, sirena, sílfide y ondina. Porque resulta que si fuera sirena con Peter se burlaría de mi. Y aparece un príncipe. Es un príncipe de capa blanca, en un hermoso corcel... nah... no esta en un corcel, va en un dragon ... un dragon de fuego. Y lleva una espada ... nooo... no lleva ninguna espada, noooo, que espada ni que espada... es un principe que llega con tennis y con chaqueta a tocar a mi puerta. Y por armadura lleva una linda sonrisa y como “espada” lleva magicas palabras que hipnotizan.

Y yo, que soy medio tímida en persona, me sonrojo y le pregunto que si quiere pasar a tomar un vaso con agua... (Pero ¿Cómo se me ocurre decirle que un vaso de agua, acaso no tengo jugo, chocolate, te, café?, que pena. Ya luego me regañaran por darle a un príncipe un vaso con agua.)
Y mientras entra a mi hermoso castillo, de plata de elfos y cristal de la hija de la luna, pienso: Yo a este príncipe lo he visto en algún lado. Y me resulta extraño que un príncipe en mis sueños tenga los ojos verdes. Pero como soy mala con la memoria mientras estoy dormida, me hago la desentendida, como por no pensar mucho.

Y resulta que el príncipe me narra historias formidables. Me habla de besos y de sueños. Me habla de vidas pasadas. Me comparte sus escritos. Y así estamos hasta que el sol golpea la ventana y me dice:

-Princesa, ya llego el carruaje. Debe despertar.

-No!, no quiero. Lo voy a perder. Si me despierto no lo voy a volver a ver. No me despiertes!, déjeme dormir un poco mas. Todavía no nos hemos dado el primer beso.

-El universo no se detiene por un beso ni siquiera en sueño.

-Eso no es cierto. El universo se formó al eco de un beso. El universo es hijo del beso.

Pero ya es tarde. La luz golpea mis ojos y los abro lentamente. Me doy la vuelta y me tapo la cara con el cubrelecho.

-A veces me caes mal.

El sol me responde:

-Eso dices todas las mañanas.

-ag, que va. Ya ni me acuerdo que fue lo que soné.

-Ya te acordaras. Ya te acordaras.




Blu

2 comentarios:

Unknown dijo...

Blu de Blu, gracias por valorar tanto lo que yo hago y ahcerme sentir que lo que hago vale la pena... :D gracias por leerme.

Unknown dijo...

Diosssssss fer, no puedo creer que dejaras que publicaran eso, espero que al menos lo editaran... me dio pena post-parto :P

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